El verano pasado estaba deseando que llegaran las vacaciones para dar una vuelta a la habitación de mi hija adolescente. Queríamos darle una habitación juvenil que reflejara mejor esta nueva etapa en su vida. Además, su cuarto necesitaba desesperadamente que le metiéramos mano por varias razones. La primera de todas es que era un espacio muy deprimente. Tenía los muebles apelotonados, una cocinita de cuando era más pequeña, las paredes sucias y un montón de pequeños trastos que sólo sumaban una enorme sensación de desorden. ¿Te atreves a ver las fotos del «antes»? ¡Que conste que he avisado!
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Creando planos para una habitación con herramientas digitales
Contaba el otro día en mi cuenta de Instagram que tengo un «armario de Monica» (¿te acuerdas de Friends?) tamaño habitación, también conocido en estos mundos de Dios como «habitación del pánico», y que estoy aprovechando la cuarentena en casa para vaciarlo por completo. Durante mucho tiempo ha permanecido así, siendo una mezcla horrible de trastero y sitio donde van a morir las cosas, porque en realidad no teníamos una misión para ella.
No lo tires: véndelo
Siempre he tenido tendencia a acumular cosas. Y es que le doy mucho valor emocional a los objetos. ¿Sabes eso de guardar la entrada del cine de aquella vez tan especial que fuiste con el chico que te gustaba? Pues así pero con todas las entradas, billetes de transporte público, envoltorios de caramelos, etc. y, cómo no, objetos más sustanciales como todos los juguetes que has tenido alguna vez, todos los apuntes de cuando estudiabas, todos los regalos que has recibido, todas las cosillas que conservas de tus anteriores parejas, y así. Lo estoy escribiendo y me está dando vergüenza reconocer lo mal que estoy.
(Entrada actualizada el 30/10/2020)
