A menudo los pisos tienen dormitorios tirando a pequeños. Este fue el problema que nos encontramos y que me hizo ponerme a pensar alternativas: necesitaba encontrar un cabecero de cama que no se comiera el espacio de nuestra habitación de matrimonio. Además quería que fuera un cabecero de cama original y económico. Una posibilidad era pintar un mural a modo de cabecero. Pero yo quería algo que resultara más acogedor… algo que nos separara del frío de la pared y de los odiosos picos del gotelé. Al final opté por un tapiz y con un poco de maña conseguí un resultado impactante por cuatro duros. ¿Quieres ver cómo lo conseguí?